El MCER para la enseñanza de idiomas no europeos: el caso del japonés
El Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas (el
MCER) nace con el objetivo de estandarizar las certificaciones lingüísticas de
la eurozona para facilitar y favorecer el intercambio de población entre los
estados miembros. Sirve como guía para el diseño de cursos, exámenes y pruebas
certificatorios en el campo de las lenguas, proporciona una base común para la
elaboración de programas de lenguas, describe los objetivos que tienen que
cumplir los estudiantes de lenguas (cuyo objetivo final debe ser siempre la
comunicación en la lengua meta) y define los niveles de progreso que le sirven
al estudiante como guía de su aprendizaje.
Sin embargo, el MCER desde el inicio de su creación y su aplicación
en el ámbito europeo, nace con una ventaja importante bajo el brazo: la gran
mayoría de lenguas europeas sobre las que empezó a aplicarse son parecidas
entre sí, son lenguas de la familia indoeuropea. Esto conlleva que, pese a que
el MCER pretende servir como una guía general independientemente de la lengua
meta, las estrategias que se toman para organizar y diseñar un curso con el
objetivo de certificar lenguas europeas se pueden extrapolar a otras lenguas
también europeas. Así pues, por ejemplo: la flexión verbal tan característica
de las lenguas romances se puede enseñar de una manera similar tanto en español
como en portugués, italiano, francés o gallego, con resultados similares,
consiguiendo de una manera muy parecida los objetivos comunicativos del MCER.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando se intenta hacer equivalente el MCER en los
sistemas de enseñanza de lenguas no europeas?
El caso específico de la enseñanza del japonés como lengua
extranjera es curioso, puesto que ha sufrido una evolución en su sistema de
enseñanza que lo acerca al MCER, aunque no haya realizado ningún cambio sustancial en su
sistema de certificación del idioma.
En japonés, el examen de certificación por excelencia que
tiene validez mundial es el JLPT (Japanese Language Proficiency Test), también
llamado Noken, instaurado por el Ministerio de Educación y el Ministerio de
Asuntos Exteriores de Japón en el año 1984. Desde 1984 hasta 2009, se estructuraba
en 4 niveles de competencia: Nivel 4 (el más básico), Nivel 3, Nivel 2 y Nivel
1 (el más avanzado). A cada nivel le correspondía una serie de listas en las que
se incluía todo el contenido que podía entrar en el examen, desde el
vocabulario y kanji (ideogramas) hasta los puntos gramaticales exactos que se podrían
preguntar en el examen. Esta prueba sería realizada en formato de respuesta
múltiple, conteniendo únicamente 3 pruebas: Conocimiento del idioma
(Vocabulario y gramática), Comprensión lectora y Comprensión oral, por lo que
como podemos ver, no existía ninguna prueba que evaluase cualquier tipo de capacidad
de expresión, por lo que el enfoque comunicativo del diseño de los cursos y de las
pruebas de certificación era prácticamente nulo.
A partir de 2009 hay una reforma importante de los
requisitos para certificar, cambiando entre otras cosas los niveles de competencia
y su denominación. De los 4 niveles anteriores pasamos ahora a tener 5: N5 (el
más básico, correspondiente con el antiguo Nivel 4), N4 (correspondiente con el
antiguo Nivel 3), N3 (nuevo nivel intermedio introducido en esta nueva
denominación), N2 y N1 (equivalentes ambos a los antiguos Niveles 2 y 1
respectivamente). Además, se eliminan las listas cerradas de contenido, sustituyéndose
por un enfoque basado en “Can-do”, o “Cosas que puedo hacer”, mucho más similar
al enfoque por objetivos comunicativos propuestos por el MCER. De esta forma,
el diseño del aula de japonés ha mejorado en su función comunicativa, mejorando
los resultados con relación al uso práctico de la lengua. No obstante, la
certificación de la lengua no ha cambiado en lo más absoluto, y sigue
consistiendo en 3 pruebas de respuesta múltiple de comprensión.
Actualmente, numerosos manuales y libros de texto de japonés
siguen rigiéndose bajo criterios similares a los impuestos por el Ministerio en
1984, contando con extensas listas de vocabulario y puntos gramaticales que el
estudiante tiene que ver aplicados dentro de un texto para mejorar su
comprensión lectora, diseñando los programas de japonés para certificar nivel
de una manera muy pasiva. Sin embargo, el haberse acercado a partir de 2009 al
diseño del MCER, hace que el aprendizaje deje de ser tan pasivo y se trabaja con
el mismo objetivo de ser capaz de comunicarse en lengua japonesa de una manera
práctica. Numerosos libros ya trabajan con este sistema basado en “Can-do”,
abandonando las interminables listas de vocabulario y gramática de antaño, volviéndose opciones muy populares tanto para enseñar como para aprender japonés.
Por lo tanto, observando el caso del japonés, se puede ver
que, pese a que las lenguas europeas tengan una ventaja a la hora de
estandarizar su competencia comunicativa, es perfectamente aplicable a lenguas
no europeas para mejorar su aprendizaje práctico. A pesar de las limitaciones de
esta reestructuración que sufrió la certificación del japonés, gracias a este
cambio se pudo hacer una propuesta (no oficial) de equivalencia de los niveles de los
exámenes con los niveles del MCER:
Sin embargo, todavía falta mucho camino por hacer para poder
no solo estandarizar la certificación de la lengua japonesa, sino para mejorar
la adquisición de competencias comunicativas en dicha lengua. El siguiente paso
quizás sea el de incluir algún tipo de prueba dentro del JLPT que valore y
evalúe algo relacionado con la expresión oral o escrita, evitando que sea posible la certificación de una lengua sin necesidad de escribir ni un solo carácter
o sin hablar ni una sola palabra de japonés.
Y ustedes, ¿qué piensan sobre este cambio? ¿Conocen otros
exámenes de certificación que sean similares o que tengan pruebas insuficientes
para garantizar una comunicación óptima en la lengua que certifican?
¡Hola, Jonay!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu entrada. A mí también me llaman mucho la atención los idiomas asiáticos así que me ha parecido muy interesante saber que existen estas equivalencias y también la forma en la que se organiza el examen oficial.
Me ha sorprendido mucho que, especialmente en niveles superiores, no se realice ningún tipo de prueba en la que se tenga que escribir o hablar. Entiendo que en los niveles más bajos por ejemplo no se hagan writings, ya que siempre cuesta adaptarse a la nueva escritura y cuando no tienes práctica incluso las cosas más sencillas llevan más tiempo del que parece, pero a medida que subes de nivel sí me parecería importante comprobar si la persona tiene habilidades para redactar un texto, aunque este no sea excesivamente complicado.
Por mi parte yo estudio coreano así que puedo comentar brevemente que sucede en este idioma. El examen oficial de coreano se conoce como el TOPIK y está actualmente dividido en dos exámenes: el TOPIK1 y el TOPIK 2. Al mismo tiempo, cada examen está dividido en niveles por dificultad y la acreditación que consigues depende del nivel que superes dentro del examen. Por poner un ejemplo, el TOPIK2 es un examen de 300 puntos y si consigues 130 puntos te acreditan la superación del nivel 3 pero no de los niveles superiores.
Esta es la equivalencia que he encontrado en relación con el MCER:
Topik 1 – Nivel 1 y 2 (A1 y A2)
Topik 2 – Nivel 3, 4, 5, 6 (B1, B2) y Nivel 5, 6 (C1, C2)
Al igual que en el examen de japonés la mayoría de preguntas son preguntas tipo test. Sin embargo, en el TOPIK2 hay una parte de writing en la que el/la estudiante tiene que hacer una redacción sobre el tema propuesto.
Aunque considero que ambos exámenes deberían contar con una parte oral, es verdad que todo este tipo de acreditaciones en idiomas asiáticos son bastante recientes. Estoy segura de que están trabajando para lograr que el examen sea asequible y al mismo tiempo acredite el nivel adecuado.
Me despido por ahora. Espero que tengas unas felices fiestas.
Antía.