JLPT, certifica tu japonés sin saber japonés


El japonés, como ya he mencionado a lo largo y ancho de este blog en las distintas entradas sobre este idioma que he hecho, es una lengua difícil de aprender para ciudadanos cuya lengua materna sea una lengua occidental. Es complicada de usar, de leer y de entender, pero sobre todo es complicada a la hora de hablarla y de escribirla. 

En el caso de la competencia oral, cualquier lengua es difícil de dominar de manera fluida cuando no hay tiempo suficiente para pensar, puesto que en una conversación del día a día resulta mucho más útil la inmediatez del intercambio comunicativo. La cantidad de partículas sin traducción a ninguna lengua, gramáticas con infinidad de significados que dependen enteramente del contexto y una cantidad absurda de vocabulario que se va agrandando con el paso de los años son los principales obstáculos con los que nos encontramos a la hora de adquirir fluidez en el idioma. Pero es posible mejorar en esta competencia de una manera rápida y dinámica mediante intercambios lingüísticos con nativos, puesto que hablar una lengua es al final el objetivo máximo al que se supone que un estudiante de idiomas querría llegar.

Sin embargo, cuando hablamos de la expresión escrita, la cosa se puede torcer. La inmensa lista de 2173 ideogramas para el uso BÁSICO de la lengua japonesa, algunos con solo un trazo, otros con 20, es el principal causante de esta dificultad. Los japoneses son conscientes de esto y quizá por eso no incluyen en ninguno de los niveles de los exámenes de nivel de japonés para extranjeros ninguna prueba relacionada con la expresión, sea oral o escrita. Así es, aunque parezca sorprendente, el único examen de nivel oficial y gubernamental se centra principalmente en evaluar habilidades receptivas, como lectura y escucha, y proporciona menos énfasis en las habilidades productivas, como expresión escrita y oral.

La falta de pruebas específicas de expresión escrita y oral en el JLPT puede limitar la capacidad del examen para reflejar de manera completa y precisa la competencia comunicativa de los candidatos, y es que hace unos años se hizo viral por redes sociales la existencia de extranjeros en Japón con el título de máximo nivel en el JLPT (Examen Oficial de Nivel de Japonés para Extranjeros) incapaces de tener una conversación del día a día o de escribir una carta sencilla en este idioma.



Pero, ¿por qué ocurre esto? ¿Cómo se puede permitir la certificación de una lengua sin comprobar la adquisición de destrezas prácticas en la lengua meta? Yo en lo personal barajo 2 teorías:

La primera teoría que planteo para dar una respuesta a esta situación se explica por cuestiones puramente logísticas. El sistema en el que está basado el JLPT, un examen con varias preguntas, todas en formato de respuesta múltiple, celebrado el mismo día en todo el mundo y cuya corrección se hace de manera automatizada por máquinas lectoras especiales del Ministerio de Educación, es un sistema que da la certeza necesaria que garantiza al gobierno expedir un título oficial y verídico, con una prueba objetiva y sin manipular de la validez de dicho certificado. Si quisiéramos incluir en el examen una prueba oral o escrita, la objetividad e igualdad de condiciones se va al garete. Ya no sería posible la corrección efectiva por una máquina, ni se podría hacer el examen en todo el mundo al mismo tiempo con los recursos actuales, puesto que para corregirse, se necesitaría de una persona real, que puede ser demasiado subjetivo. Este objetivo principal centrado en la estandarización del examen es lo que conllevaría a que el Ministerio junto con la Japan Foundation sacrifiquen la evaluación de la expresión para poder certificar de manera objetiva y estandarizada el nivel de japonés a extranjeros. No hace falta que sepas hablar o escribir, lo más importante es tener el título.

La segunda teoría se aplica solo a la expresión escrita, y es que en otras lenguas que utilizan ideogramas, como las distintas lenguas sínicas además del japonés, la escritura a mano se está quedando cada vez más obsoleta. Pese a que parezca extraño, es posible saber leer en japonés y no saber escribir. Debido a la cantidad de trazos que muchos caracteres poseen, el reconocimiento de un carácter no conlleva saber escribirlo. Y en la actualidad, tampoco importa mucho, siempre y cuando se sepa reconocerlo. La era de internet ha hecho que escribir con el teclado en letras románicas para buscar en una lista de posibles caracteres con dichas lecturas y seleccionar el que quieres ha hecho que incluso los propios japoneses nativos tengan serias dificultades a la hora de acordarse cómo escribirlos. Hay numerosas críticas a este fenómeno, fomentando el uso de la escritura a mano, pero creo que en la sociedad en la que vivimos, ya es muy complicado dejar de acostumbrarnos al uso del teclado digital. Por ende, al ver esta situación acrecentándose, puede que el Ministerio haya sido de los primeros en rendirse, y no considerará ni siquiera en el futuro incluir la escritura de caracteres a mano en sus exámenes.

De todas maneras, pese a todas las obvias críticas que se le hacen al JLPT desde numerosas instituciones educativas, el JLPT se ha mantenido enfocado en sus objetivos de evaluar la competencia en japonés en un formato estandarizado. De esta forma, se garantiza ese ideal de objetividad que persiguen tanto el gobierno como la Japan Foundation, aún cuando se demuestra a pie de calle la nula capacidad de comunicación en japonés por parte de extranjeros residentes. Así que, sí. Puedes certificar tu japonés sin necesidad de saber hablar o escribir nada de nada. Porque lo importante no es saber, sino tener un título.

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